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"Cuando lees Amor en tiempos de cólera te das cuenta del realismo mágico de Sudamérica". Yvonne Farrell, Shelley McNamara y yo estábamos en una esquina del atrio del Centro Barbican en Londres, hablando sobre el tema de su más reciente galardón, el Premio Internacional inaugural del Royal Institute of British Architects, otorgado la noche anterior. Esa misma noche, las dos arquitectas irlandesas, quienes fundaron su oficina en Dublín en la década de 1970, también dieron una conferencia sobre la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC), su "Machu Picchu moderno" en Lima, a un público abarrotado en Londres.
Farrell y McNamara lideran un equipo de veinticinco personas. Para una oficina tan compacta, su portafolio internacional es excepcionalmente amplio. La primera fase de la UTEC en la capital peruana, que comenzó después de una competencia internacional en 2011, representa el territorio más alejado que la práctica ha ocupado geográficamente. El proyecto es, en sus palabras, un "acantilado hecho por el ser humano" entre el océano Pacífico y las montañas: por un lado, un jardín en cascada y, por el otro, un "hombro" de la ciudad de hormigón a la vista.
La escala y el carácter de UTEC forma parte de un rico portafolio de proyectos más pequeños, que comenzó a mediados de la década de 1990. Una especialidad en edificios de educación superior ha evolucionado a partir de concursos sucesivos, que culminaron (antes de UTEC) en la Universita Luigi Bocconi de Milán (2008).
Enterrado en un pequeño sitio a lo largo de una de las calles anchas y altas de la ciudad italiana, el monumental voladizo interior de veintidós metros del edificio parece desafiar la gravedad o, en sus palabras, existe "en diálogo con la gravedad". El control espacial requerido para lograr esta hazaña estructural fue, para Farrell, una simple cuestión de "colocar las dos vigas principales en el techo, y luego colgar las oficinas para que pudieran actuar como sofitos ajustados".
