
Al final de cada Bienal de Arquitectura, lejos de los ojos de los visitantes, toneladas de materiales de las exposiciones son transportadas por Venecia en carritos de mano y barcos. Solo una fracción de esos materiales es reutilizada. La principal razón es la escasez de espacios de almacenamiento en la ciudad y los altos costos logísticos — desafíos recurrentes de la arquitectura circular. Como resultado, la mayor parte de los residuos acaba siendo destinada a vertederos o centros de reciclaje cercanos. Pero esta realidad está a punto de cambiar. Ante las crecientes preocupaciones ambientales, los arquitectos se han esforzado por desarrollar estrategias que hagan posible la reutilización de esos materiales. Procesos que involucran no solo decisiones arquitectónicas y constructivas, sino que también abarcan cuestiones de logística y comercio internacional.
Durante décadas, los pabellones y exposiciones de la Bienal de Arquitectura de Venecia fueron concebidos como vitrinas efímeras que celebraban el impacto visual, el gesto audaz y la originalidad material. Sin embargo, en el contexto de la crisis climática global y la creciente conciencia sobre los límites del planeta, esta lógica ha comenzado a ser cuestionada. La edición de 2025 marca un punto de inflexión, con la sostenibilidad asumiendo el protagonismo de la narrativa curatorial y técnica. Por primera vez, la Bienal busca ser certificada como carbono neutral, de acuerdo con la norma ISO 14068, y pabellones enteros están siendo diseñados con un enfoque en el desmantelamiento, reutilización y mínima huella ecológica.
La idea de la reutilización, sin embargo, no es una práctica nueva. Mucho antes de convertirse en una respuesta a la crisis ambiental, las estrategias de reaprovechamiento de pabellones y otras estructuras temporales ya se adoptaban por razones económicas, prácticas o simbólicas. Un ejemplo emblemático es el Pabellón de Barcelona, diseñado por Mies van der Rohe para la Exposición Internacional de 1929. Construido con materiales nobles como acero, mármol y travertino, el pabellón fue desmantelado al final del evento. Sus piezas regresaron a Alemania: la estructura metálica fue vendida como chatarra, y las piedras fueron recicladas y utilizadas en otras construcciones.
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En la propia historia de la Bienal, ya en su primera edición, en 1980, se encuentra un ejemplo notable de reutilización: el icónico Teatro del Mondo, diseñado por Aldo Rossi. La imponente estructura flotante de acero, tras el cierre de la exposición, fue transportada a Dubrovnik, en Croacia, donde permaneció anclada en el mar Adriático hasta ser desmontada algún tiempo después. Desde la óptica contemporánea, esta trayectoria puede interpretarse como un ejemplo inicial de "vida post-exposición". Sin embargo, su breve supervivencia, aunque suscitó reflexiones sobre el futuro de estas instalaciones, no llegó a establecer un modelo a seguir.

Una línea de tiempo de transformación
Salvo algunas excepciones, en los años 1980 y 1990, la Bienal de Venecia estaba dominada por gestos arquitectónicos grandiosos. Pabellones como el del Reino Unido, con la estética high-tech de Richard Rogers, o el de los Estados Unidos, de Frank Gehry, con instalaciones monumentales, reforzaban la idea de la arquitectura como espectáculo. El uso de materiales industrializados y desechables se veía como parte de la performance. Incluso en los años 2000, cuando comenzaron a surgir discursos más atentos a la relación entre espacio, territorio y sociedad, el modelo logístico de la Bienal — construir para luego desmontar y descartar — aún prevalecía.
El punto de inflexión de la Bienal en relación con la sostenibilidad y la responsabilidad colectiva se asocia frecuentemente con la edición de 2021, bajo el tema "¿Cómo viviremos juntos?". Sin embargo, estos conceptos, aunque de manera más sutil, siempre han estado presentes en la muestra, reflejados en el carácter crítico y provocador de las exposiciones. Se puede afirmar, entonces, que un hito práctico más concreto ocurrió recientemente, en 2023, con el Pabellón de Alemania "Open for Maintenance", que enfatizó la reutilización de materiales y los principios de la economía circular.

Materiales recolectados de casi 40 pabellones y exposiciones nacionales fueron rescatados del vertedero y transferidos al Pabellón Alemán en un proceso físicamente exigente. Estas "espolias" de la Bienal anterior se convirtieron en parte de las intervenciones estructurales en el Pabellón Alemán. Durante la Bienal de Arquitectura de 2023, y con la ayuda de una nueva base de datos digital, los materiales fueron inventariados y disponibles. A lo largo de seis meses, estudiantes y aprendices, junto con grupos activistas locales, siguiendo los principios de la construcción circular, reutilizaron los materiales en un programa continuo de talleres llamado "Mantenimiento 1:1".

Los nuevos pabellones: desmontables, circulares y regenerativos
En la Bienal de Arquitectura de Venecia 2025, la preocupación por la sostenibilidad y el ciclo completo de vida de los pabellones ganó protagonismo. Lo que diferencia a los pabellones de hoy es que son pensados no solo como construcciones temporales, sino como ciclos completos de vida. El desmantelamiento no es una improvisación logística, sino una directriz desde el diseño.
El Pabellón de Dinamarca, con curaduría de Søren Pihlmann, se configuró como un verdadero taller de obras activo. A partir de la utilización de materiales preexistentes, el proyecto demostró al público, de forma transparente y educativa, cómo la arquitectura puede ser montada, desmontada y realojada con conciencia ambiental. Esta práctica refuerza la importancia de la modularidad y la adaptabilidad, mostrando que las estructuras temporales no necesitan ser desechadas, sino que pueden integrar procesos de reaprovechamiento y transformación continua.

El Pabellón de Francia, por su parte, siguió una serie de directrices interesantes incluyendo la instalación del taller de obras, principal componente del pabellón efímero, que utiliza andamios, telas y redes alquiladas localmente en Venecia. El piso está hecho de paneles modulares prestados, al igual que los equipos audiovisuales y dispositivos de iluminación y seguridad, que serán devueltos al fabricante después del uso.
Ya la propuesta brasileña investiga la intersección entre conocimientos ancestrales e infraestructura urbana contemporánea. Utilizando paneles de CLT, piedras y cables de acero, la instalación está concebida para ser desmontada y reutilizada después de la exposición. El proyecto destaca la relación entre ligereza y estabilidad, permitiendo que los materiales empleados puedan ser remontados o reciclados posteriormente.

Estrategias arquitectónicas: pensar reversiblemente
A partir de los ejemplos citados, se entiende que la idea central es una arquitectura reversible, la cual representa un cambio de paradigma crucial para la sostenibilidad, yendo más allá de la simple reducción de impactos ambientales para abrazar la circularidad y la adaptabilidad. Y por reversibilidad se entiende, muchas veces, la negativa a métodos constructivos tradicionales como el uso de pegamentos, soldaduras o fijadores, optando por sistemas de encaje y juntas mecánicas que permiten el fácil desmantelamiento de las piezas sin causar daños, como las piezas en CLT del Pabellón de Brasil. Para complementar, la filosofía del Design for Disassembly (DfD), frecuentemente aplicada, orienta que las construcciones sean concebidas para que sus materiales y componentes puedan ser fácilmente identificados, separados y reaprovechados, con documentación clara para garantizar que este proceso sea viable y eficiente, así como se hizo en el Pabellón de Alemania en 2023.
Además, la elección de los materiales acompaña esta filosofía reversible mediante el uso de materias primas regenerativas, que no solo minimizan el impacto ambiental durante su extracción y procesamiento, sino que también tienen la capacidad de regresar al ciclo natural al final de su vida útil. Materiales como la tierra cruda, la madera certificada, el micelio y otros compuestos orgánicos son cada vez más incorporados a las construcciones efímeras de la Bienal. En la muestra de 2023, el Pabellón de Bélgica exploró el micelio en una estructura diseñada para ser desmontada y recibir una segunda vida en Venecia a través de la empresa local Re-Biennale. Creada por estudiantes y arquitectos venecianos, la Re-Biennale surgió precisamente por la enorme cantidad de residuos producidos por la Bienal, teniendo como objetivo reutilizar materiales descartados en proyectos compartidos de regeneración urbana.

Impacto más allá de la arquitectura: logística, comercio, cultura
El giro sostenible en las recientes ediciones de la Bienal de Venecia trasciende la arquitectura y alcanza áreas como logística, comercio y cultura. En la logística, hay un esfuerzo creciente para evitar el transporte de materiales nuevos a largas distancias, reduciendo la huella de carbono. En cambio, los curadores han priorizado el uso de materiales locales, residuos industriales y estructuras preexistentes, promoviendo una integración más sostenible y contextual con el propio espacio urbano veneciano.
Sin embargo, estas nuevas configuraciones relacionadas con el comercio y la logística también representan un desafío adicional. No directamente relacionado con la Bienal, sino con la Expo Osaka 2025, el Pabellón de las Mujeres es un ejemplo interesante. La reutilización de la fachada del Pabellón de Japón de la Expo Dubai 2020 enfrentó diversos desafíos logísticos y regulatorios. Inicialmente fuera del presupuesto de la Expo, el proceso requirió la transferencia de materiales del gobierno japonés a una empresa privada, lo que involucró subastas, desmontaje cuidadoso y transporte internacional.

No obstante, a pesar de los nuevos desafíos y complejidades, la preocupación ambiental está cada vez más arraigada en los discursos y las arquitecturas de las exposiciones. Una sostenibilidad manifestada como fenómeno multidimensional que va más allá del objeto arquitectónico para influir en las prácticas logísticas, comerciales y culturales que lo sustentan, configurando un nuevo ecosistema en el cual la conciencia ambiental se convierte en un principio orientador. Este modelo integrado refuerza la importancia de la arquitectura como agente de transformación no solo física, sino también social, económica y cultural.
Este artículo es parte de los temas de ArchDaily: Repensar los materiales: técnicas, aplicaciones y ciclos de vida. Mensualmente, exploramos un tema en profundidad a través de artículos, entrevistas, noticias y proyectos de arquitectura. Te invitamos a conocer más sobre nuestros temas. Y, como siempre, en ArchDaily valoramos las contribuciones de nuestros lectores y lectoras; si deseas enviar un artículo o un proyecto, contáctanos.
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