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Arquitectos: Corde architetti associati
- Área: 440 m²
- Año: 2024
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Fotografías:gerdastudio Giorgio De Vecchi

"Unas pocas hojas de plomo puestas a tiempo sobre un techo, unas pocas hojas muertas y ramas barridas a tiempo de un cauce de agua, salvarán tanto el techo como las paredes de la ruina. Observa un viejo edificio con ansiosa atención; cuídalo lo mejor que puedas, y a cualquier costo, de toda influencia de deterioro. [...] y haz esto con ternura, reverencia y continuidad, y muchas generaciones seguirán naciendo y pasando bajo su sombra." (John Ruskin, Las siete lámparas de la arquitectura)



El campo que rodea a Grado es tan plano que las montañas parecen un fondo recortado en el horizonte. El mar está fuera de la vista pero palpablemente cerca, y todo aquí se beneficia de tierras fértiles, apenas acariciadas por el aire salado. Los límites ordenados del gran jardín — un rincón de la antigua centuriación agrícola que se extiende hasta la laguna — apenas contienen un desorden salvaje, el caos indómito de la naturaleza dejado a sí mismo durante décadas. La vegetación es tan exuberante que, al acercarse, solo se puede vislumbrar el techo de la casa señorial. Casi nada del edificio original permanecía: después de una fuerte remodelación en los años 60 que alteró irreparablemente su imagen, la villa había estado abandonada durante décadas. El techo y las aberturas estaban al borde del colapso y las características tipológicas de principios del siglo XX se habían perdido por completo. Solo dentro se podían discernir los rastros de sus orígenes: las puertas, los pisos y una escalera con un pasamanos de madera tallada esbozaban las líneas de una historia que parecía borrada desde el exterior.

La intervención de seguridad solicitada por la administración municipal tiene como objetivo proporcionar una solución sencilla para preservar el edificio. Esto se logró a través de la reconstrucción del techo, el reemplazo de las ventanas y la restauración de las superficies externas. Asegurar un edificio es mucho más que simplemente reparar daños evidentes; es un esfuerzo integral para garantizar su protección y durabilidad estructural a lo largo del tiempo. Significa permitir que el edificio perdure, que sobreviva hasta que alguien más lo tome y lo traiga a la vida con nuevas historias. Se trata de pausar la acelerada decadencia causada por el abandono y la negligencia y proteger la estructura para transmitirla al futuro. Esta intervención fue diseñada para encajar en una fase temporal específica en la vida de un edificio: después de la construcción original y los cambios que alteraron su envoltura, el proyecto se centra en abordar "estados necesarios" tanto en términos funcionales como estéticos. Trabaja en el papel ancestral de la arquitectura como mediadora entre forma y función, a través de la historia y las narrativas que cada artefacto —y cada arquitecto— lleva consigo. Más allá de la solución técnica, el proyecto buscó hacer más: reequilibrar la envoltura del edificio, llevándolo de vuelta a un estado neutral que marque el inicio de una nueva fase en su existencia. El cubo blanco ahora brilla como si acabara de llegar, mientras que el paisaje lo reconoce como un elemento antiguo y dominante. Se fusiona con la naturaleza, no a través de la continuidad sino de la yuxtaposición, en un rigor estereométrico que no choca con la salvajidad del jardín, sino que se involucra en un diálogo constante. La vegetación no toca la estructura, excepto por las sombras que proyecta, sin embargo, la impregna con su presencia, envolviéndola y protegiéndola.



Dependiendo del movimiento del sol, todo cambia en la relación entre la casa y el jardín. Ramas y hojas crean un diseño siempre cambiante sobre el lienzo blanco de las fachadas, mientras que adentro, el follaje de los árboles se convierte en pinturas vivas enmarcadas por las grandes ventanas de la villa, mirando hacia el paisaje. El interior permanece intacto — un nuevo capítulo en su historia lo abordará en el futuro. En este momento prolongado congelado en el tiempo, el edificio continuará existiendo, silencioso pero seguro — un refugio de calma y orden dentro de la esencia salvaje que lo rodea. Una vez que las persianas se alineen con el revestimiento exterior y se cierren, la villa se transforma en un cofre del tesoro impenetrable, un castillo contemporáneo esperando a sus próximos invasores. Pero abrir una sola ventana es todo lo que se necesita para reanudar el diálogo implacable y dejar que la vida fluya nuevamente.
